martes, septiembre 26, 2006

SUCESOS HISTÓRICOS PARA RECORDAR


El presente articulo lo escribo preocupado por la imagen que comúnmente reciben nuestros alumnos respecto a los héroes de Guerra del pacífico, que, si bien es cierto, no tenemos el tiempo necesario para cubrir o agotar en clase, se hace imperiosa la necesidad de explicar la participación de los diversos actores (mujeres, soldados, campesinos, mestizos) quienes con sus acciones secundaron los actos de valor o determinaron los triunfos, de los que conocemos comúnmente como los grandes héroes de la guerra del Pacífico. Algunos de nuestros alumnos reducen los actos heroicos a cuatro personajes Grau, Bolognesi y Cáceres, desconociendo la presencia de otros actores importantísimos y de igual trascendencia que secundaron los actos valerosos de estos personajes. Por otro lado hay personajes, que, si bien es cierto, no tomaron las armas y enfrentaron directamente al enemigo, su participación en le guerra sirvió para mantener la alicaída dignidad nacional, tal es el caso por ejemplo del digno gobierno de García Calderón en Magdalena, quien pagó con su exilio y encarcelamiento en Valparaiso, el no firmar un tratado lesivo para los intereses patrios. Pero vallamos más allá, debemos de recuperar la participación femenina en la guerra, la presencia y participación activa de las rabonas, las damas de Lima que se organizaron para brindar cuidado a los heridos. Las clases populares y entre ellos las masas campesinas en la Breña que derramaron sangre defendiendo el suelo patrio.
Durante la guerra del Pacífico 1879, hubieron actos heroicos dignos de mencionar y que algunos historiadores, por no considerarlo relevante o trascendente, aún lo mantienen en anonimato o en el mejor de los casos lo mencionan someramente.

Tal es el caso de las Rabonas o compañeras de los soldados, mujeres que acompañaban a sus maridos a la guerra, eran ellas las que se encargaban de cocinar, lavar, curar a sus maridos y a sus hijos y en algunas ocasiones asumir roles de guerra, por ello, no resultó extraño encontrar entre los cadáveres esparcidos en el campo de batalla soldados junto a sus mujeres. A propósito dice Flora Tristán “Ellas formaban una tropa considerable que precede al ejercito por espacio de algunas horas, para tener tiempo de conseguir víveres, cocinarlos y preparar todo en el albergue que deben ocupar…arrastraron en su sequito a niños de toda edad” . En la campaña terrestre del sur, las heroicas tarapaqueñas se batieron, desafiando las balas y los peligros de la batalla, proporcionaban agua al sediento ejército, y convirtieron sus casas o solares en hospitales para albergar a los heridos. Emma Manarelli nos proporciona algunos nombres que deben quedar registrados en la historia y en el recuerdo de todos los peruanos: Petronila Nuñez, Mariana Vilchez, María de Taborga e hijas. En la breña encontramos a la Señora Antonia moreno de Cáceres, esposa del caudillo de la Breña; otra de las mujeres ilustres que apoyaron la resistencia de la sierra fue Doña Clorinda Matto de Turner quien apoyó económica, material y humanamente al habilitar su casa en tinta para el cuidado de los heridos.

Si bien la mujer jugó un papel importante en la guerra del 79´. Las clases populares y entre ellos el sector indígena, también hicieron su parte, al enfrentar con armas tradicionales a los invasores chíllenos en la breña, bajo el liderazgo del Caudillo militar Cáceres. O como dejar de mencionar a los gloriosos alumnos del Colegio Guadalupe quienes ofrendaron su vida, en el intento desesperado por impedir la captura chilena de Lima.
En este contexto, después del glorioso Combate de Angamos, donde se inmolara el Almirante Grau, la Escuadra Chilena bloqueó el Callao, impidiendo el abastecimiento de armas, situación que se trató de desestabilizar al constituirse una brigada torpedista conformada por el Capitán de Navío Leopoldo Sánchez, los Alféreces de Fragata Decio Oyague, Carlos Bondy, Gil Cárdenas y el hábil ingeniero Juan Manuel Cuadros, en plena guerra con Chile. Fueron ellos quienes el 3 de julio de 1880 (el Alférez de Fragata Carlos Bondy Tellería) lograron hundir con un ingenioso sistema explosivo ideado y construido por el ingeniero Manuel Cuadros, al buque chileno Loa. Meses después, el 13 de setiembre de 1880, corrió la misma suerte la Covadonga, frente a Chancay, por acción del mismo Alférez Bondy, con el apoyo del Alférez de Fragata Decio Oyague. La voladura de las naves chilenas trajo como consecuencia la expedición de Patricio Lynch, catalogada por la historiografía chilena como “el episodio oscuro de la guerra”, ya que Lynch, en represalia, intentó arruinar económicamente al Perú, al bombardear la principal fuente generadora de riqueza: las haciendas agroindustriales y los ferrocarriles. El ingeniero Manuel Cuadros es uno de los profesionales que brindó sus conocimientos para debilitar al enemigo, posteriormente encontramos a Cuadros apoyando la campaña de la Breña junto a Caceres. Héroes que la historia los mantiene anónimos, quienes con su sangre defendieron el país en el cual vivimos y que deben permanecer en el recuerdo de todos los peruanos.

Profesor Alex Murazzo

UNA TRADICIÓN EN SALSA VERDE


....Me permito publicar esta sabrosa tradición en salsa verde del Tradicionalista Don Ricardo Palma, la cual me resulto muy cómica, espero que alegren con ella, su mañana, tarde o noche, después de leerla....

LA CONSIGNA DE LARA

El general Jacinto Lara era uno de los más guapos llaneros de Venezuela y el hombre más burdo y desvergonzado que Dios echara sobre la tierra; lo acredita la famosa proclama que dirigió a su división al romperse los fueros en Ayacucho.El Libertador tuvo siempre predilección por Lara, y lo hacían reir sus groserías y pachotadas; decía, Don Simón, que como sus colombianos no eran ángeles, había que tolerar el que fuesen desvergonzados y sucios en el lenguaje.Verdad también que Bolívar, en ocasiones, se acordaba de que era colombiano y escupía palabrotas, sobre todo cuando estaba de sobremesa con media docena de sus íntimos; cuentan, y algo de ello refiere Pruvonena, que habiéndole preguntado uno de los comesales, si aún continuaba en relaciones con cierta aristocrática dama, contestó don Simón:

--Hombre, ya me he desembarcado, porque la tal es una fragata que empieza a hacer agua por todas las costuras.

Un domingo, en momentos que Bolívar iba a montar en el coche, llegó Lara a Palacio y
el Libertador le dijo:

--Acompáñame, Jacinto, a hacer algunas visitas, pero te encargo que estés en ellas más callado que un cartujo, porque tú no abres Ia boca sino para soltar alguna barbaridad; con que ya sabes, tu consigna es el silencio; tú necesitas aprender oratoria en escuela de sordomudos.--Descuida, hombre, que sólo quebrantaré la consigna en caso de que tú me obligues. Te ofrezco ser más mudo que campana sin badajo.

Después de hacer tres o cuatro visitas ceremoniosas, en las que Lara se mantuvo correctamente fiel a la consigna, llegaron a una casa, en la que fueron recibidos, en el salón, por una limeñita, de esas de ojos tan flechadores que, de medio a medio, le atraviesan a un prójimo la anatomía.

--Excuse usted, señor general, a mi hermana, que se priva de la satisfacción de recibirlo, porque está en cama desde anoche en que dio a luz dos niños con toda felicidad.

--Lo celebro --contestó el Libertador--, bravo por las peruanitas que no son mezquinas en dar hijos a la patria. ¿Qué te parece, Lara?.

El llanero, por toda respuesta, gruñó:

--Hum... Hum!

Bolívar no se dio por satisfecho con el gruñido, e insistió:

--Contesta, hombre... ¿en qué estás pensando?

--Pues con su venia, mi general, y con la de esta señorita, estaba pensando... en cómo habrá quedado el coño de ancho, después de tal parto.

--!Bárbaro! --exclamó Bolívar, saliendo del salón más que de prisa.

--La culpa es tuya y no mía. ¿Por qué me mandaste romper la consigna? Yo no sé mentir y largué lo que pensaba.

Desde entonces el Libertador quedó escarmentado para no hacer visitas acompañado de don Jacinto.