miércoles, octubre 18, 2006

¿PORQUÉ LLAMAR INVASIÓN A LA INTROMISIÓN ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI?


El presente artículo, lo escribo motivado por una entrevista que hiciera Jaime de Altaus en Canal N a un representante de la diplomacia española cuyo nombre prefiero no recordar; en la cual, el tema central era “la telefónica y la revisión del contrato”. Lo que llamó mi atención fue que el diplomático español planteaba una cultura de paz desde la historia[1], una especie de amnistía histórica de la invasión española en el siglo XVI.
El diplomático peninsular argumentaba que los peruanos aún guardamos resentimiento por la llegada de los españoles y los 280 años de dominio colonial, planteaba además, que eso debería quedar en el olvido y más bien deberíamos reconocer la tecnología y los adelantos alcanzados gracias al contacto con el viejo mundo, así como ellos (los españoles) ya olvidaron el dominio Árabe y más bien reconocen los adelantos que recibieron gracias a los islámicos. Cuestionó además, el término Invasión, argumentando que lo que se hizo en el nuevo mundo fue una conquista ya que se ganó con mucho esfuerzo las tierras tahuantinsuyanas. Lo que no me extrañó fue la respuesta de Jaime de Altaus, quien inmediatamente reconoció que esos hechos deben quedar en el olvido e iniciar una “historia nueva”. A que se refería con lo de historia nueva, aún medito al respecto. Esta entrevista fue motivo de comentario entre colegas, de donde surgió de inmediato la necesidad de aclarar el manejo de los términos y tiempos históricos.
Lo primero que vino a mi mente, es el intento de los políticos de inicios del siglo XX al pretender cambiar el himno nacional por considerar que no se ajustaba a la época, ya que en aquel momento Perú había aperturado relaciones diplomáticas con España, y a decir de la época el himno era antiespañol.
Si bien es cierto, como profesor e historiador intento brindar a mis alumnos una visión crítica, reflexiva de la historia que dista del chauvinismo o nacionalismo de los años 70, el cual debemos erradicar, debo reconocer también, que hay muchos colegas que erróneamente, resaltan las derrotas, los incas incapaces de controlar 168 españoles en Cajamarca, la tecnología de los invasores, los héroes vencidos, el Bolognesi que luchó por defender sus propiedades…etc es decir, hacen lo que llamo Historia del Resentimiento instentinal.
Por ejemplo, no podemos responsabilizar de la derrota del 79 al presidente Pardo y Lavalle por su política de austeridad y la firma del tratado secreto con Bolivia o al presidente Prado por su huída, o a Bolognesi por no haber resistido en Arica, a Miguel Iglesias por Montán y Ancón o simplemente a la clase política peruana de la época en general. La causa por la cual el Perú se encontraba en desventaja frente a chile en 1879, se debería analizar desde el proceso de independencia; específicamente la crisis y fragmentación de la clase dirigente peruana a inicios de la república, incapaz de organizarse y asumir el roles gubernativos que el sistema republicano demandaba. Gracias al guano, esta clase se convierte en una burguesía incipiente que no arriesgó en la inversión proindustrialización, cuyo poder económico y el trastrocamiento de sus intereses los llevó a organizarse políticamente e intentar plasmar –tardíamente- un proyecto nación. Siendo ucrónico en mi comentario diría que el civilismo llegó 40 años tarde. A diferencia, la clase dirigente chilena desde inicios de la republica, es una clase cohesionada, sólida, que mantiene el control de los principales poderes del estado, aprovechando la homogeneidad étnica del territorio logró engarzar un proyecto nación. Desde aquí debería partir el análisis para explicar a nuestros alumnos porqué perdimos la guerra de 1879.
Pero bien, regresemos al comentario del amigo español. Todo historiador responsable debe respetar el espacio y el tiempo histórico, como historiadores debemos trasladarnos a la época y enfocar nuestro análisis en el hecho materia de nuestro estudio desprendiéndonos de cualquier sentimiento subjetivo contemporáneo, filiación política o adepción religiosa, ya que puede desdibujar el análisis y la representación histórica de un acontecimiento trascendente. Hecha la aclaración, lanzo la hipótesis ¿Cómo debemos llamar al proceso de colonización española del nuevo continente en el siglo XVI, Invasión o Conquista? Según el diccionario de la real academia de la lengua española, invasión viene del latín invadere que significa: en su primera acepción, irrumpir, entrar por la fuerza, en su segunda acepción, ocupar anormal o irregularmente un lugar, y finalmente en su tercera acepción, entrar injustificadamente en funciones ajenas. Ahora bien, si con la misma fuente revisamos el significado de conquistar, encontraremos que esta palabra deriva del latín conquistare que significa: Ganar, conseguir algo, generalmente con esfuerzo, habilidad o venciendo algunas dificultades. Ganar con sutileza el favor de una persona o pueblo.
Ahora bien, analicemos lo que sucedió con el Thuantinsuyo a la llegada de los españoles. El tahuantinsuyo se encontraba dividido a causa de la guerra civil entre los hermanos Huascar y Atahualpa, este último consideraba que su hermano no alcanzaba los méritos cómo para ceñirse la mascaipacha o borla imperial - máximo distintivo de jerarquía y mando en el imperio de los incas -; recordemos que a la muerte de Huayna Capac -posiblemente victima de viruela- los willac Ummu del Cusco decidieron coronar a Huascar como el inca sucesor. Atahualpa, quien había acompañado a su padre en las conquistas del norte, era un gran guerrero y había logrado anexar (junto a su padre) importantes territorios en la costa, sierra y selva norte, ello le llevó a cuestionar la decisión de la Nobleza Cusqueña, de coronar como inca a su hermano. En 1532, la guerra civil había terminado a favor de Atahualpa, Huascar se encontraba capturado y custodiado por los principales generales de Atahualpa: Calcuchimac y Rumiñahui (este último era conocido como OJO DE PIEDRA, por una nubosidad que cubría su ojo izquierdo). Las tropas habían sido despachadas a sus respectivos ayllus, sólo unos pocos guerreros acompañaban a Atahualpa en Cajamarca, tenía como destino final el Cusco, donde sería coronado formalmente inca. Algunas crónicas primarias –conocidas como pretoledanas- indican que el inca en Cajamarca recibió información de los españoles que habían desembarcado en Tumbes, el inca sabía que estos blancos barbados no eran dioses, ya que sus espías le habían informado, de que entre los extranjeros, habían quienes adolecían de enfermedades o algunos heridos que sangraban y simplemente los dioses no se enferman ni sangran. Además, entre los animales que traían los chapetones, el espía consideró verdaderamente peligroso al perro ya que este comía carne – recordemos los perros come indios-. Es decir el inca estaba informado al detalle acerca del arribo de Pizarro sabía que eran pocos en número 168, el Inca no consideró a los indígenas que los acompañaban ya que eran tributarios del Tahuantinsuyo.
En realidad, los españoles buscaron asegurar para sí, títulos nobiliarios, propiedades, prestigio y honor. Por ello, en sus crónicas desestiman la participación de indios nicaragüenses, panameños y hasta negros esclavos, además de diferentes etnias locales como huancas, tallanes, chachapoyas, chimues, entre otras tantas etnias, que veían en los españoles la oportunidad de independizarse del estado opresor incaico. Y para imbuir su discurso de tinte lírico, mitológico medieval; en sus crónicas, recrean la participación del apóstol Santiago, quien al ver la “diferencia numérica” de los castellanos frente a los indígenas, socorre a los peninsulares, “cayendo los fieros indígenas bajo su espada de fuego”. Lo de Cajamarca fue una masacre, murieron aproximadamente 3mil indios, de los cuales, en mayor número fueron danzantes, músicos, parte del sequito de los grandes señores que acompañan al Inca. El requerimiento, es el documento que formaliza la invasión. A través de este documento el Papa concede autorización al Rey español, para que en nombre de Cristo se tome posesión de los territorios indígenas. Este documento era leído a los naturales, poco interesaba si entendían o no, lo importante era si los naturales aceptaban o no el dominio peninsular. Lo normal era el rechazo del documento por parte de los naturales, acto seguido -siempre escusados por la cruz- se iniciaba “la Guerra Santa”, es decir, tenían licencia para matar dada su gran diferencia bélica. Imagino, que habrá pensado Atahualpa cuando el dominico Valverde le presentó el requerimiento. El inca quien se consideraba hijo de dios “INTI”, y que ostentaba (como cualquier monarca) de gran poder y autoridad sobre sus dominios, subestimó a los españoles dado su escaso número. Valverde le hablaba de Dios, el Dios creador de todo cuanto existe, un Dios poderoso que se arrogaba la autoridad, inclusive, para dominar los territorios del inca. Por ello es que Atahualpa, de formación militar y sólidas convicciones religiosas, considerado un “semidios”, rechazó aquel documento, el cual, estoy seguro, jamás llegó a entender.
En líneas generales, al llegar los españoles despojaron violentamente a los naturales de su religión, e impusieron la religión castellana, destruyeron y saquearon sus construcciones inspirados en la ambición metálica y status. Intentaron terminar con el quechua, arrebataron las tierras de los ayllus, se repartieron a los naturales (encomiendas), obligaron a los indios a trabajar en las minas. En tan sólo 20 años de dominio español la población indígena se redujo considerablemente, ello por el sistema de explotación que instalaron.
Los invasores, al tomar posesión del territorio que correspondía a los incas cortaron un proceso que se desarrollaba de manera autónoma e independiente. ¿Debemos llamar a esto conquista?.......

[1] (y no resulta extraño el término ya que hay historiadores de la PUCP que actualmente plantean el revisionismo histórico de la guerra con Chile desde una historia de paz o conciliadora)

PRELUDIO A LA INVASIÓN ESPAÑOLA



“Entre la reconquista española y el nuevo mundo”
Los siglos XV y XVI son claves para entender el afán expansionista europeo. Estos siglos coinciden con la expansión del capitalismo mercantil de occidente y la crisis estructural del feudalismo.
Desde el siglo XII los mercaderes europeos recorrían largas rutas hacia el oriente en busca de las especias orientales cómo: jengibre, menta, cardamomo, nuez moscada, salvia, perejil, pimienta, comino, azafrán, clavo o anís. Para el siglo XV las especias orientales habían alcanzado gran demanda en Europa, esta actividad llevó al desarrollo del mercantilismo. Así, Europa se había convertido en una zona consumidora de productos orientales, al punto de hacerse imprescindible en la preparación de alimentos, brebajes medicinales e inclusive para la fermentación de bebidas caseras, como también la relevante importancia que adquiere la seda oriental, con la cual se fabricaban los más cotizados trajes de la época.
Los árabes, quienes tuvieron el control de la península Ibérica hasta mediados del siglo XV, fueron los primeros en recorrer con sus caravanas las rutas comerciales ya sean estas: terrestres a través de Constantinopla (ruta de la seda) o marítimas navegando el mediterráneo y el mar Indico con destino a Calicut (India), Catay (China) o Cipango (Japón). Fueron ellos, quienes llevaron la brújula y la pólvora a la península donde adquiere diferente utilidad; en cuanto a la brújula, fue Flavio Guioja quien la encerró en una caja de cristal para uso marítimo y la pólvora fue empleada con fines bélicos (arcabuz, cañones), estos descubrimientos fueron claves para consolidar el expansionismo europeo.
El tráfico comercial se vio interrumpido cuando en 1453 los Turcos Otomanos tomaron Constantinopla y las rutas comerciales se vieron invadidas. Tras el cierre de las rutas comerciales el pánico y la especulación de precios cundió en la península, así el costo de las especies orientales se incrementaron notablemente, haciendo de la búsqueda de una nueva ruta hacia el oriente un punto crucial en la agenda de las monarquías que aspiraban alcanzar la hegemonía de la región.
Los reinos cristianos Castilla, Aragón, Navarra se organizaron para recuperar el control de la península que se hallaba en manos de los árabes y el Islam e ir en busca de la tan ansiada ruta alternativa que les permitiera recuperar el comercio de especias orientales. Los portugueses fueron los primeros en independizarse de los árabes, por ello, una vez que la casa de Avis se consolido en el trono de Portugal, el hijo de Juan I de Avis, Enrique “el navegante” inició la búsqueda de una ruta alternativa hacia oriente, pretendiendo navegar a través de las costas occidentales del África (bordear el continente africano); para ello fundó en 1415 “la escuela náutica de Sagres” con el fin de capacitar e instruir a los navegantes en técnicas y tecnología de navegación. Todo ello permitió que los portugueses en 1431 inicien la exploración de la costa noroccidental del África, inaugurando así la ruta de trata negrera y marfil. Con esta preparación, y experiencia, los navegantes portugueses se echaron a la mar, siendo Bartolomé Díaz quien en 1487 llegó al temible “Cabo de las Tormentas” zona de complicada navegación, en el extremo sur del África, esta proeza llevó al entusiasta Rey Juan I a cambiarle el nombre por “Cabo Buena Esperanza”. Posteriormente Vasco de Gamma llegó a la india y fundó la ciudad de Calicut en 1498, al año siguiente Pedro Álvarez de Cabral llegó a las costas del Brasil.
Los Reyes Fernando de Aragón e Isabel de Castilla lograron expulsar a los Árabes de España -junto a ellos el Islam- en 1492; razón por la cual el papado le otorgó el derecho de Regio Patronato, a través del cual, el Rey adquiere potestad para nombrar autoridades eclesiásticas, anular bulas, entre otros privilegios propios de la alta administración religiosa. En este mismo año se autoriza el viaje del navegante Cristóbal Colon rumbo al occidente (circunnavegar la tierra) a través de “La Capitulación de Santa Fe” firmado por la reina Isabel de Castilla tras mediación del funcionario real Luís Santanguel. En realidad, el proyecto del almirante Colon contemplaba la redondez de la tierra como un hecho, considerando Europa y África como únicos continentes, ello llevo al almirante Colón a tomar mediciones erróneas y considerar que la tierra era mucho más pequeña de lo que realmente es. Por ello, Colon planifica un viaje para 40 días, ello explica la desesperación de los tripulantes y los conatos de motín al llegar el día 30 de viaje, y no hallar tierra. Los tripulantes sabían que era imposible regresar y Colon manejaba la situación fraguando las coordenadas y prometiendo la cercanía de las indias orientales. Según el diario de Colón, este había recibido un ultimátum, las reservas se agotaban, si no se hallaba tierra en los próximos días, Colon sería ajusticiado por conducir a la muerte a sus tripulantes. Persuadido por el inicio del motín, el 07 de octubre 1492 Colón alteró el rumbo hacia el suroeste. Colón dijo, que al primer hombre que gritara que había visto tierra le daría una capa de seda, aparte de otras recompensas que había prometido el Rey y la reina. Esa noche colón pensó haber visto una luz en el horizonte (Fernández Armesto 2003). Era día viernes 12 de octubre a las dos de la mañana, cuando un marinero sevillano, tal vez Rodrigo de Triana, estirándose desde la arboladura de La Pinta lanzo el grito “¡TIERRA!”, acompañado probablemente de “¡ALBRICIAS!”. Se escuchó el disparo de un pequeño cañón -señal convenida para indicar la presencia de tierra- es un hecho, que en el acto, se debió dar gracias a dios por haber dado respuesta a sus plegarias. Los que resulta interesante (según consenso de los biógrafos de Colón) es el hecho de que el almirante Colón se arroga la recompensa de los monarcas, afirmando haber avistado tierra la noche anterior, con el presumible, aunque no registrado, disgusto del vigía de Triana. Los nativos llamaban a la isla Guanahani, Colon decidió rebautizarla con el nombre de San Salvador, tal vez por que representó la salvación para él y sus marinos.
Respecto a la primera isla a la que arriba Colon, hay ciertas discrepancias respecto a si verdaderamente se trata de El Salvador (antiguamente llamada Watling Island) ya que la descripción que hace el almirante de la isla dista mucho de su real fisonomía. Para algunos Colon bien pudo llegar a cualquiera de las islas de Bahamas o Turcos y Caicos, que se interponen en el camino hacia Cuba y Jamaica. Lo cierto es que desde el siglo XVI la cartografía identificó a la isla Salvador como la primera isla en la que arribó el gran almirante Colón.
Colón murió sin saber que había arribado a un nuevo continente, que será conocido inicialmente como las “indias occidentales”. Es el florentino Américo Vespucio quien confirmó las especulaciones de la época, al circunnavegar el continente y señalar que verdaderamente se trataba de un “Nuevo Mundo”, distinto a las indias orientales. Así, en 1504 escribe su polémica obra “Mundus Novas” que se popularizó prontamente, haciéndose 12 ediciones el primer año. En 1505 publicó una Carta, donde narra los pormenores de sus cuatro viajes. Esta carta fue traducida al latín y publicada en 1507 por el cartógrafo alemán Martín Waldseemüller, quien propuso de plano que se diera el nombre de América al nuevo continente, por considerar que el mérito del descubrimiento era de Américo Vespucio. Así, sin que Vespucio lo supiera, se estaba inmortalizando su nombre.

lunes, octubre 16, 2006


Hoy 16 de agosto a las 5 de la mañana dejó de existir uno de los más dignos representantes de la democracia y la decencia política en el Perú. La humildad es una de las virtudes poco desarrolladas por nuestra languida clase política, pero es una virtud que no resultaba extraña para don Valentín. Es el único presidente que nunca se le vió disfrazado de nada, recorrió el Perú de borde a borde, tomo las riendas del país en un momento crítico y lo hizo con la firmeza y entereza que le caracterizaba. El recuerdo que mantengo y quedará grabado en mi memoria, fué durante las últimas elecciones presidenciales, cuando como cualquier civil (y como debe de ser) esperó -con su conocida decencia- su turno, llegó sin convocar a la prensa y vestido de manera sencilla, jamás ví político mas humilde, integro y probo. Gracias don Valentín por su enseñanza, por sus clases en San Marcos, por su moral intachable.......descanse en paz SEÑOR PRESIDENTE!!!!!