Hagamos un rápido recuento histórico de la sierra sur y la presencia del Estado en esta zona, para definir que tan justas son estas demandas.
La sierra sur es la porción del país que ha sido relegada por los gobiernos republicanos a lo largo de su historia. Bolivar –a través de Sucre- dio el histórico golpe al separarlo del alto Perú, para dar origen a la república de Bolivia ante la pasividad de nuestra inútil clase política y complacencia de nuestros ambiguos militares. Santa Cruz intentó sin fortuna recuperar aquella histórica unión bajo un sistema federativo, pero nuevamente pasividad y ambigüedad se unieron en contra de los verdaderos intereses nacionales. Al cambio de siglo, la plutocracia gobernante centralista y sin un proyecto nacional integrador mantuvo el sur en manos de autoridades “naturales” que basaban su poder en la propiedad de la tierra “los gamonales”, quienes hacían del campesino un agente productivo que mantenía la condición de siervo, siendo el sur andino el sector mas golpeado por este fenómeno. A inicios de siglo XX intelectuales hacían de la literatura el medio a través del cual denunciaban los abusos contra los campesinos sureños y la dualidad opresora el gamonal y su complice la iglesia, llegando estos escritores, en algunos casos, a ser excomulgados, entre ellos Clorinda Matto de Turner. En la década de los 50’, movidos por los efectos de la migración a los centros urbanos, los círculos intelectuales y políticos plantean la necesidad de recuperar el agro provinciano, aperturándose así el gran debate de la reforma agraria. Para los 60’ el gobierno institucional de las FFAA promulgó la ley de bases para la reforma agraria; a pesar de ello los campesinos se organizan entorno a la izquierda radical, que encontró en el caribe –Cuba- el impulso para sus acciones guerrilleras e inician la ofensiva a través de la toma de tierras, con poco éxito fueron eliminados al poco tiempo. En los 70’ Velasco aplicó una parcial, improductiva e incompleta reforma agraria que no llegó a las provincias sureñas y cuyos efectos lesivos se dejan sentir hasta hoy. En los 80’ llegó al sur el discurso radical encontrando oídos atentos y almas dispuestas a cambiar la histórica marginación y olvido de parte del gobierno central.
En los últimos años, la sierra sur se ha mostrado abierta al discurso radical, esquiva a las promesas del ejecutivo, y reacia a cualquier principio de autoridad estatal, llegando inclusive a respaldar levantamientos de caudillos improvisados, que intentan apoyarse en la necesidad de reivindicación histórica, para satisfacer apetitos políticos personales. En las últimas elecciones hemos sido testigos del rechazo de los pueblos olvidados del sur ante un sistema "democrático" esquivo y que los ha mantenido en la marginación total.
El premier Del Castillo, no debería catalogar la marcha de los Wari como una “huachafería”, sino por el contrario dar trámite a sus demandas que son historicamente justas. Y es que, al parecer el gobierno aprista obedece o se alinea a la causa del pueblo como candidato, pero cuando es autoridad obstaculiza, sabotea o neutraliza las demandas populares, con la verborrea y capacidad discursiva innegable de sus líderes, sea cual fuere el caso, no mantengamos al sur marginado, prestemos atención a sus demandas, o es que, señor del Castillo, estamos reeditando el pasado imperialista del APRA durante la convivencia con Prado Ugarteche.
La sierra sur es la porción del país que ha sido relegada por los gobiernos republicanos a lo largo de su historia. Bolivar –a través de Sucre- dio el histórico golpe al separarlo del alto Perú, para dar origen a la república de Bolivia ante la pasividad de nuestra inútil clase política y complacencia de nuestros ambiguos militares. Santa Cruz intentó sin fortuna recuperar aquella histórica unión bajo un sistema federativo, pero nuevamente pasividad y ambigüedad se unieron en contra de los verdaderos intereses nacionales. Al cambio de siglo, la plutocracia gobernante centralista y sin un proyecto nacional integrador mantuvo el sur en manos de autoridades “naturales” que basaban su poder en la propiedad de la tierra “los gamonales”, quienes hacían del campesino un agente productivo que mantenía la condición de siervo, siendo el sur andino el sector mas golpeado por este fenómeno. A inicios de siglo XX intelectuales hacían de la literatura el medio a través del cual denunciaban los abusos contra los campesinos sureños y la dualidad opresora el gamonal y su complice la iglesia, llegando estos escritores, en algunos casos, a ser excomulgados, entre ellos Clorinda Matto de Turner. En la década de los 50’, movidos por los efectos de la migración a los centros urbanos, los círculos intelectuales y políticos plantean la necesidad de recuperar el agro provinciano, aperturándose así el gran debate de la reforma agraria. Para los 60’ el gobierno institucional de las FFAA promulgó la ley de bases para la reforma agraria; a pesar de ello los campesinos se organizan entorno a la izquierda radical, que encontró en el caribe –Cuba- el impulso para sus acciones guerrilleras e inician la ofensiva a través de la toma de tierras, con poco éxito fueron eliminados al poco tiempo. En los 70’ Velasco aplicó una parcial, improductiva e incompleta reforma agraria que no llegó a las provincias sureñas y cuyos efectos lesivos se dejan sentir hasta hoy. En los 80’ llegó al sur el discurso radical encontrando oídos atentos y almas dispuestas a cambiar la histórica marginación y olvido de parte del gobierno central.
En los últimos años, la sierra sur se ha mostrado abierta al discurso radical, esquiva a las promesas del ejecutivo, y reacia a cualquier principio de autoridad estatal, llegando inclusive a respaldar levantamientos de caudillos improvisados, que intentan apoyarse en la necesidad de reivindicación histórica, para satisfacer apetitos políticos personales. En las últimas elecciones hemos sido testigos del rechazo de los pueblos olvidados del sur ante un sistema "democrático" esquivo y que los ha mantenido en la marginación total.
El premier Del Castillo, no debería catalogar la marcha de los Wari como una “huachafería”, sino por el contrario dar trámite a sus demandas que son historicamente justas. Y es que, al parecer el gobierno aprista obedece o se alinea a la causa del pueblo como candidato, pero cuando es autoridad obstaculiza, sabotea o neutraliza las demandas populares, con la verborrea y capacidad discursiva innegable de sus líderes, sea cual fuere el caso, no mantengamos al sur marginado, prestemos atención a sus demandas, o es que, señor del Castillo, estamos reeditando el pasado imperialista del APRA durante la convivencia con Prado Ugarteche.