Aun no se ha comprendido que la verdadera riqueza de Madre de Dios se encuentra en su biodiversidad (flora y fauna) muestra de ello son la Reserva de Tambopata y la Reserva Nacional del Manu, ademas de su diversidad paisajística atractiva para el turismo..."
En diciembre de 1912, el gobierno de Guillermo Billingurst elevó Madre de Dios a la categoría de departamento. En ese momento, estaban llegando a su fin treinta años de auge del ciclo del caucho.
Las gomas habían transformado la selva, generando su violenta incorporación a la heredad patria. Hasta entonces, Madre de Dios era habitada por grupos étnicos amazónicos y el estado no se había hecho presente. Pero, al inventarse la vulcanización del caucho, empezó el ciclo gomero, inicialmente en Brasil y al llegar al Perú, primero alcanzó a Loreto y llegó tarde a Madre de Dios.
El mismo río era mal conocido y circulaban noticias vagas sobre su curso. El famoso Carlos Fermín Fitzcarraldo realizó un descubrimiento clave, que permitió recorrer la hoya del río Madre de Dios. Los caucheros llegaron con él, recogiendo el jebe que se hallaba en bosques naturales; no lo sembraban, tampoco cuidaban el árbol, dependiendo el tipo, lo sangraban o lo derribaban para extraer el látex. Por lo tanto, no eran sedentarios, sino nómades e iban destruyendo bosques a su paso. Eran grupos liderados por un patrón acompañado por unos treinta peones, que se adueñaban de un pedazo de la selva, antes de mudarse más allá, siempre peleando con los nativos.
El principal problema era mano de obra, no había suficientes trabajadores. Por lo tanto, recurrieron a una vieja práctica selvática, la correría contra grupos étnicos originarios. Hombres armados entraban a las aldeas, matando varones adultos y raptando mujeres y niños. Las mujeres eran empleadas como esclavas sexuales y los niños eran entrenados para luego ser incorporados como peones.
El caucho fue muy destructivo de la ecología y de los seres humanos integrantes de las tribus amazónicas. Además, se acabó de súbito, cuando los ingleses trasplantaron el árbol a sus colonias de Java y Sumatra. Ahí sembraron plantaciones que eran mucho más eficientes y el precio se vino abajo, terminando con la producción en Sudamérica.
Luego, Madre de Dios atravesó un largo letargo, hasta que, empezó una nueva fiebre, esta vez del oro. Desde las montañas andinas hasta la cuenca amazónica, en la región existe abundante oro. No está agrupado en vetas sino suelto en pepitas y corre por los ríos. Un sistema de dragas y el uso intenso de mercurio permite recuperarlo. La producción es inmensa, máxime cuando la crisis mundial ha disparado a las nubes el precio del metal precioso.
Nada detiene a las dragas, ni los operativos de las FFAA que se realizaron en el anterior gobierno ni las sanciones a sus operadores políticos, como el célebre “comeoro”, suspendido de su función como congresista. Al igual que en el ciclo anterior del caucho, los perdedores son el medio ambiente y la gente. Los químicos vienen destruyendo la selva, reemplazada por un páramo desértico. Asimismo, los jornaleros de los lavaderos son mal pagados y trabajan sin cuidado alguno. Sólo ganan los dueños del oro, que además fluye bastante por contrabando, burlando impuestos y dejando poco, también para el estado. Así, en el Perú, la periferia expresa crudamente los excesos del modelo de desarrollo.
Pero, levantándose sobre tantos problemas, se hallan notables esfuerzos por recuperar la identidad regional. Por ejemplo, la profesora Ángela Quispe ha publicado una historia local bastante solvente. Asimismo, el club regional en Lima ha estado muy activo y especialmente el comandante Carlos Schiaffino, quien ha recopilado los informes de la Junta Fluvial, que a comienzos de siglo XX, participó dinámicamente de la afirmación peruana en la región. Efectivamente, Schiaffino rescata a los héroes de la primera instalación del estado, ya que durante la era del caucho la región fue disputada con Brasil y especialmente con Bolivia.
A ese ánimo celebratorio de Madre de Dios se ha sumado la Municipalidad de Lima, a través de la galería Pancho Fierro, que ha inaugurado una interesante muestra fotográfica sobre tan alejado y querido rincón de la patria.