miércoles, marzo 10, 2010

MUJERES GUERRERAS


Por Antonio Zapata

Entre los prototipos de mujeres peruanas destacan las guerreras. Pocas sociedades aceptan tan abiertamente la presencia de mujeres combatientes, dotadas de fuerte personalidad. Ellas aparecen en nuestros mitos más antiguos y se reproducen hasta la actualidad.

La famosa Mama Huaco es un personaje legendario que representa a la antigua mujer guerrera. Acompañaba a los hermanos Ayar en la conquista del Cusco, cuando en medio de la batalla, prendió a un jefe enemigo y le abrió el pecho con un cuchillo, extrajo su pulmón y lo hinchó soplando. Produjo un ruido formidable, ahuyentando al enemigo que huyó despavorido. Vencieron los suyos y fundaron el imperio incaico.

Ese mito también aparece en la selva, donde los primeros españoles vieron o imaginaron mujeres que comandaban tropas en batalla. Las barcazas de los europeos navegaban por los ríos, cuando de pronto eran asaltadas por miles de indígenas, que los flechaban desde la orilla. Ahí destacaban algunas mujeres, llamadas “amazonas” por los españoles. Originalmente pertenecían a los mitos del mundo griego clásico, de donde los exploradores las tomaron, para conferirle su nombre al gran río y por extensión a toda la selva sudamericana.

Desde la Independencia y a lo largo del siglo XIX, la mujer guerrera fue la rabona. Los ejércitos decimonónicos carecían de logística profesional. Los mismos soldados eran reclutas que recibían entrenamiento solo en el terreno. Los regimientos eran seguidos por cuerpos enteros de mujeres, que cocinaban, cosían y acompañaban a la tropa. Algunas eran madres o hermanas de soldados, otras sus esposas o queridas. Las rabonas más atrevidas eran llamadas “cantineras”. Ellas intervenían en las batallas mismas, no esperaban el resultado como la mayoría. Las cantineras repartían agua entre las balas. Esquivaban las balas con una cantina de líquido elemento; atendían a los heridos y sostenían al soldado que seguía luchando.

Muchas han permanecido anónimas, aunque algunas son algo más conocidas. Por ejemplo Marta Reyes, que era pierolista y combatió en la guerra civil de 1895, que derrocó a Cáceres. Es conocida como “Marta la cantinera” y perteneció a la división vanguardia de la columna Oré. Se destacó en las batallas; era una sinchi de las tropas de asalto y cayó herida. Su expediente se halla en el archivo histórico-militar, porque lo reunió para reclamar una pensión, que obtuvo finalmente.

En el siglo XX, las mujeres guerreras casi desaparecieron de la vida política militar, hasta reaparecer espectacularmente durante la guerra interna. En ese momento conocimos de todo: subversivas, policías y lideresas sociales. Tanto en Sendero como en el MRTA, las mujeres ocuparon un puesto destacado en los organismos de dirección, superior al habitual en los partidos políticos peruanos. También fueron consumadas ejecutoras de atentados y asesinatos. Ahora mismo, un núcleo de ellas pasa sus días en prisión, esperando la llegada de una opción para vivir una vida más normal.

También se encuentran policías, que contribuyeron decisivamente a capturar a Guzmán y a la victoria del Estado en la guerra interna. Por ejemplo, la primera policía que entró en la casa que escondía al llamado presidente Gonzalo. Ellas no tenían las fuertes convicciones ideológicas de las senderistas. Pero, poseían mayor profesionalismo. Su actuación estuvo guiada por el principio de la eficiencia y su afán fue con su trabajo.

Por su parte, María Elena Moyano representa otro tipo de guerreras: desarmadas, pero igualmente combativas. Ellas ofrecieron su vida por opciones pacíficas que fueron aplastadas durante el conflicto. Hoy todas están olvidadas. Somos un país ingrato con nuestras protagonistas.