El presidente más trascendente del siglo XIX fue Ramón Castilla. Con él inició el boom guanero, explotado a través de consignatarios (casa inglesa Gibss) sistema que generó importantes ingresos para el Estado, lo que hizo posible la ejecución de obras públicas, inversión militar y el saneamiento de deudas.
La deuda acumulada más importante del Estado peruano correspondía a las guerras de independencia. Para subsanar este problema, durante su primer gobierno, Ramón castilla decretó la “ley de consolidación” o “ley de cancelación de deuda”. De esta manera quedó saneada la deuda externa con todos los países y ejércitos americanos que habían participado en esta gesta. A nivel interno, todos los patriotas que habían aportado algún bien o servicio a la causa de independencia serían retribuidos en su aporte, inclusive considerando los intereses por el tiempo transcurrido. Esta ley era una forma de capitalizar a la, venida a menos, burguesía civil; que había quedado fragmentada y muy golpeada a consecuencia de este proceso.
La mayor parte de los aportes estaban registrados a través de “bonos de reconocimiento”, documento en el cual se consignaban los bienes cedidos o confiscados y el monto asignado como aporte. Ramón Castilla ordenó el empadronamiento de los bonos a fin de tener una cifra aproximada de deuda. Antes de finalizar su gobierno el monto aproximado de la deuda interna era de 5 millones de pesos aproximadamente.
Durante el siguiente gobierno de Rufino Echenique se produjo el mayor escándalo de corrupción del siglo XIX. Fue escandalosa la manera como fueron falsificados los bonos de reconocimiento, para 1854, se habían cancelado más de 19 millones de pesos y se tenía proyectado cancelar 25 millones, la mayor parte de este dinero entregado se trataba de bonos falsificados. Esta indignante situación llevó a Ramón Castilla y Domingo Elías, con apoyo de la facción liberal, impulsar una rebelión desde Arequipa para destituir a Echenique. En este contexto, Castilla decretó la abolición de la esclavitud en Huancayo y del tributo en Ayacucho. Tras la derrota de Echenique en la batalla de La Palma, Castilla, de la mano de los liberales inició su segundo gobierno.
En 1856 y bajo influencia liberal Castilla promulgó la que sería la última constitución de la Convención Nacional.
Inspirada por José Gálvez Egusquiza, esta constitución estipulaba lo siguiente:
- Declaró abolió la pena de muerte.
- Redujo a cuatro años el periodo presidencial, le otorgó más poder al legislativo.
- Estableció el voto directo, esto fue algo inédito.
- Estableció la vacancia presidencial por disolución del Congreso.
- Creó el Consejo de Ministros y la figura del Fiscal de la Nación.
- Estableció la gratuidad de la educación primaria.
Esta constitución generó el rechazo de los ultra conservadores, quienes desde Arequipa y liderados por Ignacio Vivanco dieron inicio a la más prolongada rebelión política del siglo XIX (1856-1858), que si bien terminó con la derrota de Ignacio Vivanco; Castilla tuvo que disolver la Convención Nacional y luego negociar con la facción conservadora, representada por Bartolomé Herrera, el desarrollo de una nueva carta magna más moderada, que vio la luz en 1860 convirtiéndose en la constitución de mayor duración en toda nuestra historia republicana. Esta nueva constitución restituyó la pena de muerte, mantuvo el Consejo de Ministros y retornó a la votación indirecta.