Una vez consolidada
la independencia, el territorio nacional debió ser el mismo que durante el
virreinato, pero veremos cómo poco a poco se
fueron estrechando nuestras fronteras;
en algunos casos, a consecuencia de malos manejos diplomáticos, en otros
por derrotas en el campo de batalla.
A fin de demarcar el territorio se emplearon
dos principios del código Romano Uti Possidetis Ita Possidetais “lo que
poseíais lo seguirás poseyendo” y Libre determinación de los Pueblos.
El primero consistió en que cada Estado,
ahora independiente, mantendría los mismos territorios que tenía durante el
virreinato hasta el año 1810 -fue la fecha de inicio de las luchas por la
independencia-. Es decir, en 1824 Perú debió mantener el mismo territorio que
tuvo en 1810, este principio rige por antigüedad. En 1810 Guayaquil pertenecía
al virreinato del Perú. Con este principio ganamos: Puno (retornó en 1896), Maynas (1802),
Guayaquil (1803) y el alto Perú (1810). Perdimos Jaén de Bracamoros (pertenecía
al virreinato de nueva Granada, audiencia de Quito).
El segundo se basa en la
libre voluntad de un Pueblo de formar parte de uno u otro Estado, fue el caso
del Pueblo de Jaén cuya decisión consistió en formar parte del Perú aún
perteneciendo a la Audiencia
de Quito. Este principio es determinante. Con este principio perdimos: el alto
Perú en 1825 (Bolivia) y Guayaquil en 1829 -pasó primero a la Gran Colombia y en 1830 a Ecuador-.
1 comentario:
muy interesante
que bueno
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