Se anuncia en las noticias de hoy el fin de los "laogais".
En China, desde la época del tirano Mao, se crearon centros de reclusión para
delitos menores denominados “laogai”. Inicialmente estos centros fueron
verdaderos campos de concentración donde se recluía a los opositores del
comunismo para su “ reeducación a través del trabajo”. Esta "reeducación" significaba aceptar sin chistar el comunismo chino.
Los reclusos trabajaban en campos agrícolas y fábricas, por este trabajo
reciben un mísero pago de menos de medio dólar mensual. Mucha de esta
producción está destinada a la exportación. Reciben una alimentación basada en pan
de maíz y sopa de verduras, una vez por semana reciben un trozo de carne de
cerdo. Debido al hacinamiento e insalubridad, los
prisioneros están expuesto a enfermedades generadas por pulgas, piojos y
roedores, por ello son rapados y sus habitaciones rociadas con insecticidas tóxicos. Las habitaciones son muy pequeñas en ellas
deben ingresar diez prisioneros quienes duermen en el suelo que puede ser de madera o concreto, disponiendo de un espacio de 30 cm para cada uno. No disponen de un servicio para la higiene
personal. Tienen un silo, y un solo depósito con agua para uso común.
Opositores, disidentes, o cualquier persona que no se alinee al dogma
comunista, podía ser recluido en los laogaís, sin un proceso judicial y
sentencia. A todas luces un sistema penitenciario donde los derechos y dignidad
humana son los grandes ausentes.
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