viernes, octubre 19, 2012

¿DÓNDE ESTÁ EL TUMOR DE FUJIMORI?


Cuando uno tiene un tumor, se extirpa y se hace analizar por el patólogo para determinar si es benigno o maligno. El patólogo conserva el pedacito de tumor en parafina (el material de las velas) y elige las áreas a estudiar. Lo corta en varias láminas finísimas de seis micras de espesor que se ponen en esos rectángulos de vidrio que todos conocemos y permiten se estudien las láminas del tumor bajo el microscopio para evacuar el informe y saber si hay cáncer.

Para estadísticas, segundas opiniones o evaluaciones posteriores, el INEN guarda todas las parafinas de los tumores de los pacientes a los que se les ha realizado biopsias desde la fundación del hospital (1939). Todas están excepto las de Alberto Fujimori. Hasta el cierre de esta columna, ninguna de las parafinas o láminas del supuesto tumor de Fujimori están en el Departamento de Anatomía Patológica, donde deberían. Ni las parafinas, ni las láminas, ni la historia clínica de Fujimori fueron archivadas donde corresponde. ¿Por qué es importante? Porque:

1) Las pruebas del supuesto cáncer del 2008 han estado en manos de los fujimoristas y sus médicos allegados. 2) Porque los papeles de Informes Patológicos adjuntados al pedido de indulto no son suficiente prueba de que el líder fujimorista ha tenido cáncer. 3) Porque solo un examen de ADN a la parafina del supuesto tumor de 1997 y 2008 de Alberto Fujimori podría dar fe de si tuvo cáncer. Pero esas parafinas y esas láminas están no habidas en el correspondiente archivo del INEN. ¿Dónde están? ¿Quién las tiene? ¿Se atreverán los fujimoristas a someter esas parafinas del supuesto cáncer del 97 y 2008 de Fujimori a la prueba de ADN que confirme que pertenecen a él?

Lo que sabemos, gracias a valientes testimonios como el del reconocido oncólogo Dr. Elmer Huerta (nombrado por el presidente Clinton como miembro del Consejo Nacional de Cáncer; primer hispano presidente de la American Cancer Society; médico e investigador del Washington Hospital Center hace 18 años, una de las fuentes de información médica más confiables en EEUU y AL; tiene un segmento semanal de salud en CNN que se ve en EEUU y AL, y elegido uno de los 100 hispanos más influyentes en EEUU en el 2008) y otros, sin pelos en la lengua ni favores políticos, como el Dr. Luis Solari, además de otros médicos consultados que no se atreven a hablar en público por temor a la embestida fujimorista (como ha hecho recientemente Aguinaga contra Huerta).

Fujimori, hoy, no tiene cáncer. Tuvo cáncer (según Aguinaga y las patologías aún por confirmarse con prueba de ADN a su tumor en la parafina del 97 y 2008). No se señala siquiera en esos papeles lo que es obligación de cualquier oncólogo: el estadio del supuesto cáncer del 97 y 2008.

De las cinco operaciones que ha tenido, las tres últimas no han sido por cáncer. Está, por ahora, libre de enfermedad.

Displasia no es sinónimo de cáncer como los fujimoristas y algunos doctores de mandil naranja han querido hacer aparecer.

La frase “alto riesgo”, que hasta el INEN se sometió a poner en su Comunicado C 001-11, no refiere a alto riesgo de cáncer, sino a alto riesgo de las heridas que le salen en la boca y que no son cancerígenas según las últimas tres operaciones, y aunque fujidoctores y aliados se esmeren en confundirnos.

Cuando en febrero del 2011 el Dr. Huerta escribió en su blog que Fujimori no tenía cáncer, resaltó que se ceñía a la información hecha pública por sus médicos y entorno que hasta entonces nunca hablaron de cáncer. Incluso hizo dos adendas (22 y 24 de febrero) señalando la novedosa información de los médicos que recién decían que Fujimori tuvo cáncer en 97 y 2008. La otra pregunta que cabe es: ¿a un paciente al que le encuentran cáncer le vuelven a hacer recién un examen patológico 11 años después?

Quienes revisen los requisitos del indulto no deben basarse solo en papeles. Debemos exigir que aparezcan las parafinas de los supuestos tumores de Fujimori y se les realice la prueba de ADN que confirme que pertenecen a él.

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