Manco Inca, aliado de Francisco Pizarro primero y luego su enemigo acérrimo, decidió levantar arma contra el viejo conquistador al darse cuenta que su coronación como inca del Tahuantinsuyo era un fiasco, sus aliados lo habían traicionado.
Hacia mayo de 1536, Manco Inca con apoyo del sumo
sacerdote Willac Umu hizo un llamado a los curacas de los ayllus para que
envíen a sus más bravos guerreros a fin de expulsar a los españoles y retomar
el control del Tahuantinsuyo. Con engaños a sus captores, Juan y Hernando
Pizarro, logró escapar del cautiverio e iniciar la arremetida contra el Cusco.
Logró dominar violentamente, por varios meses, la fortaleza de Sacsahuamán
lugar donde murió Juan Pizarro, uno de los hermanos de Francisco el Marqués
gobernador.
Desde Lima, Francisco Pizarro envió cinco expediciones de socorro para retomar el control del Cusco.
Todas y cada una de ellas fracasaron, cayeron derrotadas por el guerrero inca Quizu Yupanqui.
Estimulado por sus victorias,
hacia agosto de 1536, el bravo guerrero Quizu Yupanqui decidió dirigir sus más
de 25 mil guerreros hacia Lima, la nueva capital de Nueva Castilla y donde se
encontraba el viejo trujillano Francisco Pizarro. Los rebeldes se instalaron en las faldas del
APU Limac o Rímac, luego bautizado por los españoles como Cerro San Cristóbal,
desde donde ejercían presión y miedo a “los vecinos” de la nueva capital con
cantos de guerra e iluminando con antorchas todo el APU protector. Los nuevos
vecinos espantados por las “hordas bárbaras de indios”, provenientes de la
sierra sur, exigían al Marqués solicitar refuerzos para derrotar
definitivamente al bravo general indio Quizu Yupanqui. Pizarro dirigió
personalmente las maniobras de defensa generando la muerte del general Quizu
Yupanqui. El desconcierto de los guerreros ante la muerte de Quizu generó un
repliegue tan sangriento como desordenado en las tropas enviadas por Manco
Inca. El gran triunfo de Francisco Pizarro fue posible por el apoyo de Huancas
y Huaylas, además de comunidades yungas asentadas en Surco, Lurigancho, Pachacamac,
Chilca, entre otras.
Así finalizó este intento inca de
recuperar el control del Tahuantinsuyo y expulsar a los españoles, una lucha
que se prolongará por siglos.
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